Tu compañía


Kenny Oñate


“Y como un lobo voy detrás de ti,
paso a paso,
tu huella he de seguir”

Como un lobo, Miguel Bosé


Me acerqué para acariciar tu cabeza y al hacerlo me encontré con tus ojos nobles, temerosos. Me quedé sentado un rato junto a ti, bajando la mirada cuando pasaba alguien, porque eras el indeseado del barrio; el que los adultos querían lejos de sus hijos. Estábamos como a cuatro calles de mi casa y te pedí que me siguieras, jamás me había tomado tanto tiempo llegar, deteniéndome en cada esquina para esperar a que orinaras, como los alcohólicos cuando han bebido demasiado, llamándote cada cinco pasos para convencerte de que me siguieras. Abrí la puerta y te pedí que esperaras para cerciorarme de que dentro no hubiera nadie que me impidiera invitarte pasar, tomé un pan, te lo di esperando disminuir con él tu excesiva flaqueza, producto de días en el abandono y, finalmente te hice pasar. Estaba harto de que te quedaran viendo feo, de que los carros lastimaran tu rostro y tus miembros cuando salían de sus casas como si no estuvieras allí. Aquel día acabaste con mi soledad, te convertiste en mi amigo, mi cómplice y compañero. Desde aquel día, cada que llego a casa te abalanzas sobre mi rostro, tumbando la puerta ni bien la abro mientras agitas alegre tu cola y no dejas segmento de mi rostro sin lamer.

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