Sextigmas de Johanna López Santos


PEQUEÑAS MUERTES CON LAS QUE LLENAMOS NUESTROS CUERPOS…


Rocío Soria


El amor es provisorio hasta esperar el fin, una ingenua treta si acaso. Al final nos quedamos silenciosos seres como si ya hubiéramos muerto otras veces y sólo se tratara de un recuerdo húmedo, de una búsqueda ingenua como la de los suicidios, Te leo Johanna y me pregunto si, ¿hay felicidad posible…?, intuyo que hay sólo pequeños retazos de placeres haciéndonos fantasear sobre el amor, pequeñas muertes como pequeños bocados con los que llenamos nuestros cuerpos, ¿de qué, de soledad, de vacíos, de la nada que nos va quedando cada vez más y solo eso? Dices, ¡¡este dolor de sexo enceguece!!,/¿hasta cuándo.…?/sería más fácil, ceder al tedio.…

Me trepanan tus palabras y pienso, no estamos a salvo de esta nada existencial, del dolor: "el dolor no tiene configuración visual/ simplemente es/ y se desata avérnico en los huesos". Dolor impostergable al que nos enfrentamos con el arma de la sonrisa, nuestros esfuerzos no terminan nunca, círculo sin fin, Mito de Sísifo.

Sextigmas tiene un fin abierto, me queda revoloteando una pregunta y luego de todo qué, y luego del amor qué, y después del amor qué, nada está dicho, volvemos a empezar levantándonos de las ruinas de nuestros dolores, como si fuéramos a comenzar de nuevo, extenuados de cansancio como los amantes... como tus amantes. Te despides así: "Y a Ti mi amor eterno, mi Amado gracias por sacarme de ahí…."... ¿Estás a salvo ahora, pequeña niña, o sigues recostada de lleno entre las muertes?...



PRÓLOGO
IMAGINARIO DE UN SEXTIGMA PROLONGADO…
Carlos Bartok


Hay un recuerdo en la memoria, que imperecedero, nos traiciona.

Una suerte inanimada, provocada por la fantasía y mezclada con la prohibición, nos seduce hasta ese imaginario del Doctor Parnassus.
La periferia del verso en Sextigmas, se transfigura en la frenética imagen cartesiana del vector en descenso, así, se revierte la premonición, resultando en una serie de ideas que bordan, no una sensación de erotismo (desgastado), sino mas bien, una colección de cicatrices no corporales de la presunción amatoria.

Este poemario pretende ser un acervo dilatado de muchas sensaciones encontradas en el punto común de la disfuncional palabra amor y lo que esta implica.

Por ejemplo, en el párrafo siguiente, la voz poética coordina el vasto mundo de infra-sensaciones en donde el ininteligible personal, censura la otredad del personaje en cuestión:


“Sondea a tu silencio en la mañana,…,
y cuando al espejo te mires
intenta verte como “todo un semental”,
lleno de ataduras,
como un tigre de segunda,
como un simple mortal
ahí sé, que me recuerdas clavada frente a ti,
reviviendo tu “franca” intención
momentánea….”


Los griegos, antiguamente, representaban al dios Eros como un chiquillo ciego, sordo, caprichoso y privado de misericordia. Caprichoso, porque amaba y dejaba de amar en un instante y ciego porque mientras existía la pasión, jamás existía del todo, el pensamiento reflexivo. Las flechas de Eros aniquilaban veloces, las voluntades de los hombres y mujeres que caían enamorados por tal efecto; esta ‘dulce’ caída, provocada por ese agente externo, venía a ser una como una alteración de ánimo tan irracional como la ira, la envidia, la alegría, la tristeza o el odio.
Recordando parte de esta mitología, el sentimiento del amor se acompaña absurdamente de cada sentimiento existente en toda partícula del universo; así, lo que primero fue un instinto de afecto podría terminar siendo una decepción




“el juego era menor
fueron momentos de una relación solitaria,
absurda, aburrida, mía.…”


“Tomó y siguió su paso para
masturbarse conmigo,
sin mí…., no le importó….
sus palabras rompieron mi inocencia
que se volvió estupidez minutosantes del suicidio…”


Sextigmas, en una amalgama muy clara de dos palabras comunes, arriesga el formato y se desconoce en frases reflexivas que momentáneamente atacarán la sensibilidad del lector, que se muestre taciturno, compadecido, abstemio:



“Me tomabas pequeña
y me vestías de tu semen
para luego olvidarme por semanas,
cuando volvías,
me encontrabas sola y niña
pidiendo que sacies mi desierto
aunque sea con tu necesidad.…
entonces, pude haber entendido….”



Hay seguridad en los textos, en tanto las transiciones se generan, los versos juegan lúdicamente a encontrar dioses mortales:



Tu Nombre....
es el ÉXODO de mi BIBLIA,
¡mi JENECIS sin “tilde”,
en tu GÉNESIS “PERFECTA”!


A veces la voz textual es tan sencilla que nos permite entenderla inmediatamente:


Tu voz se manifiesta
satinada de verdes,
rosas y jaspes;
en el extremo oriente
tu rostro metamorfosea


Pero en otras ocasiones, existe una intención críptica que nos induce a pensar en distintas existencias y posibilidades:


“Intenté correlacionarte ser común
diametralmente con el quinto mandamiento….
sólo el agua salía desmesurada,
privada de su propia vida,
transparente,
gimiendo sonidos al viento,
vulnerada por miradas
extenuante.…
cabe mencionar: la Cuarta Espera”


En esa cronología agónica, símil de un cuadro estadístico, en donde la promoción sube y baja en cadencia anual, Sextigmas se prolonga a través de los años en tiempo y espacio como un sistema laberíntico, en donde no siempre es fácil encontrar la salida, sin embargo el lector vidente e identificado con su contenido, entenderá que la exhortación de su propuesta está clara:


―“Advertencia:


No te sueño.…,
te respiro….”―


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