Obertura


David Acosta



(A Belem: Musa)


La estratagema llueve,
Llanto cristalino, frágil,
La llama de un cáliz perdido,
Por extrañarte.



La suerte de ti,
La huida, la duda, la espera,
Sobre caminos adversos,
Licor de indolencia.



Vulgar, implosivo, lema de mí,
Fondo de dolor al venal expuesto,
Escrito sobre mis pupilas tú nombre,
Opus de un invierno abrazador.



Blanquizca la mirada del oscuro iris,
Perdida en la tuya, inmortal caverna.
Poesía de rostro y mil algias perdidas,
Sueños de mistela y mentiras.



Belem, fragua poética de mi soledad,
Única al escucha del hastío y mi relapso.
Testigo de un sinfín de cuentos y ficciones,
No me queda más que soñarte en lontananza.



Nubes y más nubes, la bruma de seda,
He perdido la cabeza escribiendo líneas,
Todo es un vestido ceñido a tu piel.



Pero ¿será tan cruel?



Las horas se alzan por dragones,
Las calles sin ti son calles,
Los días, Días,
Los segundos versos,



La poesía no es más que una falacia…



La niebla de mi letra se desvanece,
En mi mente te pierdo más rápido,
Te desconozco, o por lo menos lo intento,
Cuanto ha callado la tarde este deseo.



Los vapores de azufre en mi licor hieden,
Como una faz de cielo perturbado,
Una franela oscura de lunas y aguacero.
Luciérnagas y hadas, danzando por ti.



Este es mi corazón que calla cuando estas,
Te presento los cánones de mi alma,
Que a su amor infinito se resguarda,
Que parte a su amor sempiterno
Cual pálpito de la nada.



Tu nombre en retumbos de eco,
El sol te sigue, la noche te aguarda, piensas en él…



Y yo; solo muero de celos…

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