Por: Kenny Oñate
Apuntes sobre Paraliteraturas
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Una dosis de poesía semanal (cada vez que nos acordamos)
Etiquetas: Antonio Machado , poemas , poesía
El enemigo necesario
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EL CAOS MÁS DIVERTIDO DE LA HISTORIA ;)
No me percaté de que estaba al otro lado del calcetín hasta que una fuerte sacudida me devolvió a la realidad, me costó un rato ubicarme en aquel espacio que ahora lucía tan confuso y abrumador tras el caos del que me había librado.
El sitio me parecía familiar, miré desde el borde de la cama las paredes cubiertas por dibujos a lápiz; una caja que me servía solamente como procesador de palabras y que no encuentro la explicación por la que la adoro tanto; libros… libros… malditos libros que me dejaron cicatrices; un gran 0 burlándose de mí desde una prueba de química; ahí estaba aquella muñeca de porcelana robé de la habitación de al lado y la montaña de ropa por la que siempre me quitan permisos; una torre de historias sin terminar y el armario que me invitaba a perderme en su profunda oscuridad.
Pasé mis dedos sobre todo lo que se atravesaba, no podía creer que pudiese tener en mis manos un “esferu” o “esferi” o “esfere” como sea que se llame esa cosa, si… si… esa alargada que nos sirve para escribir. No me convencía aún de que tenía bajo mi pode aquel artefacto que desapareció primero junto a todos los demás. Dejé que mi mirada paseara traviesa sobre la mesa, la dejé ascender lentamente por una extremidad que si bien recuerdo de llamaba “brazo”, después un “hombro” , pasó por el cuello que estaba adornado por un “cordón” o una “zoga” o “piola” o tal vez una “orca”, ¡Da igual! Todas esas van alrededor del cuello… mis ojos viajaban lentos, visitaron unos labios que lucían secos y descoloridos y siguieron hasta encontrarse con una mirada que clamaba por una explicación. Temí y en seguida aparté mis pupilas de ese par de fosas negras, a pesar de haber recordado mi nombre no lo quiero mencionar porque en la solapa habíamos olvidado la E y la R, y tal vez si no lo pronuncie correctamente entonces no vuelva a ser la de antes.
Ahí lo tienen, debería admitir que mientras daba un paseo por las páginas de ese libro quedé convicta de sus ideas; les falta un tornillo a todos quienes lo han leído, porque del mismo modo en que se perdían las letras, también perdíamos la cordura. Atrévanse todos a hacer un viaje como nunca antes y a cambiar su modo de ver el mundo; para los locos y valientes, más aún para los locos: EL ORDEN ALFABÉTICO de Juan José Millás.
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Otoño.
Otoño.
Para Santi (Feliz mes ^.^)
Los pasteles están en la vitrina y pienso en comprar uno, el de cereza. Es mi favorito, pero no el suyo. ¿Si el pastel es para él, no debería ser de otro sabor? Frunzo el ceño y me desvío, voy a Central Park y me acuesto en el césped. No pienso en nada. Las hojas caen a lo lejos, pero el viento es fuerte y hay algunas que rozan mi brazo. Mi corazón palpita fuertemente pensando en lo que quiero hacer. Me levanto del césped y me acomodo el saco, casi no hay gente. El frío ahuyenta a las personas, a casi todas, a ti no. Camino hasta llegar a la calle y tengo que esquivar a la bicicleta que casi me pisa. Me río y pienso en el otoño en Nueva York, algo inexplicable, algo que me hace feliz. Voy a la pastelería, pero vuelvo a dudar. Salgo de ahí y sin saber por qué, entro a la juguetería. Estoy en la sección de peluches y pienso en los búhos, en que es algo que los dos nos gusta. Encuentro uno precioso, es blanco y tiene los ojos dorados. Lo compro y le escribo una carta larga en el metro. Espero que me perdone por algunos manchones y algunas inestabilidades en la letra. Llego y le encuentro en la puerta cuando timbro, me abalanzo sobre él y me amarca. Me río sonoramente y pienso que me equivoqué, que también debí haber comprado el pastel; de todas formas, no odia ese sabor. Me mira inquieto al ver la funda de la tienda de juguetes y yo le digo: Hace ya muchos días que te conozco y pensé, solo pensé que hoy podría ser especial. Me mira confundido y se ríe. Sonrío, no hay nada como un otoño en Nueva York.
Gabriela Cabezas.
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Buho Nival
Tengo el esotérico gusto y natural deseo de buscar el terror, de salir por las noches a las místicas y venales vías de esta ciudad, donde su suave sortilegio de iglesias y pecados se conjugan con la misma esencia del Mirra que un Querubín deja flotando y el Vaho espumoso de un rio de concreto.
Es hermoso el temporal en lo impredecible, aquí cuando la luna se oculta tras los fantasmas nocturnos y los racimos de nube sujetan las fases monstruosa, el río de lo insospechado logra permutar la noche en un teatro de cortinas, que no dejan ver más allá de cuatro pasos, así como lo fue en aquella noche.
Me dejé llevar por el dócil vaivén de la luz intermitente y el escenario exacto para propender a la locura. Andaba dentro de las calles maltrechas y escondidas de mi espacio glacial y por rupturas insólitas de la ciudad “Carita de Dios”, donde caballeros, damas y fenómenos, aparecían destellando fulgores tétricos.
Estando bajo la influencia de la bohemia en los prados angélicos del alma de Quito, por donde la Basílica se levanta ante la vista de la Virgen Apocalíptica que mira al norte, escuché una melodiosa voz cantando a los sultanes del cielo, narrando en llanto tenue, la maldición de su destino...
Sus ventiscas musicales esparcían grumos de amor y pena.
Y aun cuando el canto era totalmente hermoso, no concebí de donde venía tan mítico recital. Pasé horas tratando de dar con la casa o con la persona que cantaba. Poco a poco escuchaba como los sonidos tomaban más fuerza y presentía de alguna manera que me esta acercando a ella, pero de pronto era el silencio y la escuchaba nuevamente… lejana.
Era incesante ese canto gutural y palatino, ese claro rastro de amor coreado, ese vértigo de indómitas palabras que clamaban por magia. Empecé a imaginármela, con su rostro pálido, sus ojos negros, su belleza exuberante, su cuerpo envuelto en misterio fulgurando sensualidad, perversión, esquizofrenia… su boca diáfana y amante.
Ese día, entonces, cansado de la búsqueda interminable y mirando que la Dama Ciudad se quejaba por proliferar en llanto, preferí encontrar refugio en el paredón de los sueños… fue el sueño más profundo, reparador y deliciosos de hace mucho tiempo.
La música de su voz y su cuerpo oscilando, me acunaba a la distancia; se orquestaba dentro de mi mente y durante toda la noche sus palabras de lamento. No pude dejar de soñar en formas, en caras, en cuerpos, en como podría ser ella…
Tarde me di cuenta, que sin saber su mortalidad, la amaba.
Días después y aun intrigado por el misterio de la voz cantante, me deslicé nuevamente por las calles que me entregaban el idilio imaginario. Superfluo para las horas, anacrónico como es mí estilo, vestido elegantemente y hediendo a peluquería, caminé por los vestigios de turno y me dejé llevar por el desastre.
Encontré en las mismas calles, pobreza, hambre, odio, pero la canción perduraba en lo tribal de su destino, sin embargo, cada vez que me acercaba, cambiaba de lugar. Así, pude ver recostado en la vereda a la injusticia, desdentados asaltando la luz de las estrellas, descalzos martillando el piso con sus plantas desnudas, prostitutas vendiendo calor en retazos de amor y odio. Fulgores y más fulgores de lo que pude ser una ciudad olvidada en el tiempo y olvidada por su mismo pueblo.
La propia ciudad, como su mismo nombre, parecen ser parte de una mítica y exuberante leyenda, ambas no existen, pero ambas pueden ser descritas, dentro de esa misma irrealidad… continué.
Lentamente caía la madrugada y el frío amenazaba congelarme. Pero al fin, pude escuchar la bellísima voz a escasos pasos de mí. Era en la calle Galápagos, por donde hoy resido. Un pordiosero me tomó por el pie de manera frenética y casi caigo metros adelante. Con ira regresé a verlo, sus ojos claros, perdidos, como locos, me asustaron, era un hombre viejo y harapiento, que me dijo:
- No vaya_ con voz suplicante, apagada…
Su extraña apariencia y su voz amoratada, me llenaron de espanto y a la vez de ternura.
Al volver la vista adelante, escuchando los acordes hipnóticos, observé como un hombre se acercaba a la misma calle, buscando seguramente lo mismo que yo… lo miré desde lejos, casi a la marcha y perpendicularmente a mí. A la justa distancia donde las personas parecen ser del tamaño de un muñeco. Celoso de este personaje, empecé a correr, mientras en ecos se perdía las últimas palabras del viejo…
- S e a r r e p e n t i r á
Me detuve a los pocos pasos de encontrarme con el tipo. Unos cuatro o cinco pasos exactamente. En ese instante presentí como el tiempo espacio colapsó… es una sensación similar al bullicio que uno está acostumbrado a soportar y que de pronto se queda callado.
Todo quedó en un espantoso silencio, sólo se escuchaba el crepitar de la farola esquinera, un susurro de gente a la distancia y el respirar agitado del tipo que espera escuchar, al igual que yo, la canción a la lejanía, pero esa vez… temblaba.
La bruma áspera resbaló por entre mis pies y la niebla más espesa se tomó por completo la calle entera… casi ya no podía ver al tipo. Se detuvo la brisa, la noche se tornó mucho más inmóvil que de costumbre y el terror empezó a invadir mi cuerpo por ondas de choque.
El ambiente se volvió de apoco más y más pesado, algo, que no se explicar bien, me decía que alguna cosa, en algún lugar, nos asechaba.
Me quedé completamente estático pues el espanto irrumpió en lo más hondo de mi ser. Lo que no le sucedió al otro sujeto, seguramente extasiado por la anterior cercanía de la voz y la desesperación de creerla perdida, o porque presentía, al igual que yo, ese algo extraño salivando por nuestra presencia.
Entonces, desde lo alto de la hermosa iglesia, una figura casi humana se deslizó por los frágiles cristales que no pude reconocer, rompía la garua inició y de entre la dócil luminosidad de la farola, como de la bulla sarcástica del pordiosero, poco a poco y sin hacer un solo ruido, como lo haría un búho nival, este ser se acercó a nosotros, despacio y sin prisa, con sus alas gigantescas y terrible belleza.
Desde donde estaba pude ver a este ser asestando sus terribles garras en el rostro del hombre que yacía frente a mí. Lo sacudió en el aire hasta matarlo. Unos fáciles hilos de carne unían la cabeza con el cuerpo y sus brazos como sus piernas se movían de un lado a otro, sin vida, desplazados por la furia en la que el cuerpo era sacudido.
Quieto y callado desde donde estaba yo, se coloreaba la vida en un tinte sempiterno y me salpicaba a los ojos… ellos no se negaban el ver, no podían renunciar verlo. La hermosa bestia en cuestión de segundos devoró por completo a su víctima., dejando solo de evidencia, un poco de ropa sucia.
Una fragante nube de vapores humanos se levantó, hedía a sangre el lugar, los ojos negros de la bestia me miraron… temblé por mi suerte, pero esos ojos glotones y muertos me demostraban saciedad.
Así, gravitando con el aroma de la ciudad que inundaba mi nariz en sus vapores infernales… desapareció.
No he vuelto a escucharla, ni verla, desde la rota pantalla de mi ventana espectral...
David Acosta.
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Nostalgia Ulterior
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A man dead by kicks. (4th Part)
Here is the fourth part of the story: "Un hombre muerto a puntapiés". You can find the first three parts of the story in here. And, you know, if you find any unforgivable mistake, please tell me. Was the Ramirez dead, drunk? No, that couldn’t be, because the Police would have found out that immediately and the fact would be in the newspaper, and just to not have doubts, if by any chance the journalist forgot it, the Commisioner would have said that to me with out hesitation. What other bad habit could the unhappy victim have? Because of being a vicious, he was; this, nobody could deny it. And what proves this, is he not declaring the reasons if the aggression. Any other cause could be said with no blush. For example, what would there be of embarrassing in these confessions?: “An individual cheated on my daughter; I found him this night on the street; I was blind with anger, I treated him as a swine, I threw myself to his neck and he, helped by his friends, put me on this state” or “My wife betrayed me with a man who I tried to kill, but him, stronger than me, started furious kicks against me” or “I had some trouble with a godmother and her husband, for revenging she attacked me cowardly with her friends” If this he would have said, nobody would find the deal strange. Also, it was really easy to say: “We had a brawl” But I’m losing time, these hypothesis are unsustainable to me: in the first two cases, the people who debt the ill-fated; in the third one, his confession would have been unavoidable, because that was to honorable; in the forth one, we would also already know about it, because just for revenge, he would have said the names. Nothing, that what was in my frown, was the evident. There was no more reasoning to be done. As a consequence, having all the conclusions, I have rebuilt, in resume, the tragic adventure that happened between Escobedo and García street, in these terms: Octavio Ramírez, and individual of unknown nationality, of forty two years old, and of mediocre looks, lived in a modest hotel until the 12th of January of this year. It looks like the Ramírez guy lived of his rents, few, by the way, not allowing himself a lot of expenses, not even extraordinary, specially with woman. He had had since little a small deviation of instincts that depraved him in the future. Until, by a fatal impulse, he had to finish with the tragic end we all regret. For more clarity, we must say that this individual had gotten to the city just a few days before. The night of the 12th of January, while he was eating in a dark cheap restaurant, he felt a known anxiety that went bothering him more and more. At eight, when he was going out, the torments of his desire were agitating him. In a strange city for him, the difficulty of satisfying it, by the ignorance that he had from the city, was irritating hi,. We walked, almost desperately, for about two hours by the main streets, putting his longing eyes in the backs of the man he found on the way; he followed the from close, trying to catch any chance, although distrustful of suffering a deception.
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