Por: Kenny Oñate
A Mariana, descansa viejita
-Viejita, regrésate ya mismo para los Estados Unidos.
-No, ya te dije que no. Me voy a quedar por aquí dos meses más.
-Pero viejita, por favor. Allá vas a estar bien. Ya llevas mucho tiempo en Ecuador. Regrésate.
-No mijito. No que yo te deba explicaciones, pero estoy muy contenta paseando con la negra. Ayer fuimos a Bahía en gabarra y mañana vamos a visitar Canoa. La negra quiere ir hasta Pedernales para pasar visitando a su abuelita Santa.
-Si ve abuelita, todos esos trajines, de gana. Regrésate viejita por favor.
-No mijito, ya te dije que no.
-Por favor abuelita regrésese. Si le pasa algo allá va a estar bien atendida.
-No me regreso, además, qué me va a estar pasando.
-Viejita esta semana te vuelvo a llamar y de seguro te convenzo pero ya me tengo que ir.
-Está bien hijito, Dios me lo bendiga mucho, a su esposa y a mis bisnietos.
Santiago abandonó el locutorio para ir a atender el restaurante de comida Manaba que hace poco había abierto con su esposa en Madrid. Hace una hora lo había llamado el médico que atendió a la Señora Mariana para comunicarle que tenía cáncer de útero en cuarta etapa y que él era el primero al que avisaba, que le pidiera a la señora que deje Ecuador ya que sabía que en los Estados Unidos ella contaba con el Social Security, que lo mejor sería que se haga ver allá.
Mariana siguió paseando por las tierras de su amado Manabí y jugando naipe cada noche con la negra, cumplidos los dos meses iniciaría su lucha contra el cáncer allá, en esas tierras del norte.