Qué hay en la agenda?




Alguna parte de Cuentos del viento

En algún desolado páramo de un mundo destruido …

“¿Porqué demora tanto Matías en traer el café…?”, preguntó Auro, sin apartar la mirada de los naipes. “… Será que no encontró el azúcar”, interrumpió entre el silencio, el Padre Gonzalo que estaba en su delante, “calla padre, mejor vota una vieja; quiero ganar esta mesa…”, increpó el Sargento. “¡no voy a tirar nada hasta que Matías traiga café con azúcar!”, respondió el Padre Gonzalo.
“Con esta de seguro te caigo Matías”, se repetía Auro para sus adentros, lo hacía como quién intenta pensar en otra cosa, huyendo de aquello que nadie quiere mencionar pero que todos sospechan. “Ya demoró más de cuarto de hora”, dijo Auro, interrumpiendo nuevamente el silencio entre los viejos amigos. Fue ahí, cuando el viento o quizá una extraña fuerza abrió de golpe la endeble puerta de la cabaña.
A unos pasos del lugar yacían cuatro tasas en el suelo, el lodo que causó el café al mezclarse con la tierra todavía humeaba. Los tres amigos miraron con temor las tasas en el suelo. El Sargento junto al Padre Gonzalo fueron hacia el lugar; la sangre se les heló cuando vieron a la distancia entre el páramo, como Matías iba montado en un burro junto con la Muerte.
“¡Muévete Auro, tráeme mi escopeta¡”, gritó el Sargento; Auro, quien miraba todo desde la cabaña, buscó tras un viejo anaquel y sacó el arma, corrió a entregársela al Sargento quien le gritaba a la Muerte, “¡maldiitaa, no te lleves a mi hermano!”. El Sargento empuñó el arma, disparó intentando herir a la Muerte o a su burro, pero ningún tiro acertó, intentó correr para alcanzarlos pero la Muerte y su hermano, montados en el burro se perdieron entre el horizonte.
…alguien moría
dieggo

Tu compañía


Kenny Oñate


“Y como un lobo voy detrás de ti,
paso a paso,
tu huella he de seguir”

Como un lobo, Miguel Bosé


Me acerqué para acariciar tu cabeza y al hacerlo me encontré con tus ojos nobles, temerosos. Me quedé sentado un rato junto a ti, bajando la mirada cuando pasaba alguien, porque eras el indeseado del barrio; el que los adultos querían lejos de sus hijos. Estábamos como a cuatro calles de mi casa y te pedí que me siguieras, jamás me había tomado tanto tiempo llegar, deteniéndome en cada esquina para esperar a que orinaras, como los alcohólicos cuando han bebido demasiado, llamándote cada cinco pasos para convencerte de que me siguieras. Abrí la puerta y te pedí que esperaras para cerciorarme de que dentro no hubiera nadie que me impidiera invitarte pasar, tomé un pan, te lo di esperando disminuir con él tu excesiva flaqueza, producto de días en el abandono y, finalmente te hice pasar. Estaba harto de que te quedaran viendo feo, de que los carros lastimaran tu rostro y tus miembros cuando salían de sus casas como si no estuvieras allí. Aquel día acabaste con mi soledad, te convertiste en mi amigo, mi cómplice y compañero. Desde aquel día, cada que llego a casa te abalanzas sobre mi rostro, tumbando la puerta ni bien la abro mientras agitas alegre tu cola y no dejas segmento de mi rostro sin lamer.

Nostalgia Ciega

Por: Kenny Oñate






A Mariana, descansa viejita



-Viejita, regrésate ya mismo para los Estados Unidos.

-No, ya te dije que no. Me voy a quedar por aquí dos meses más.

-Pero viejita, por favor. Allá vas a estar bien. Ya llevas mucho tiempo en Ecuador. Regrésate.

-No mijito. No que yo te deba explicaciones, pero estoy muy contenta paseando con la negra. Ayer fuimos a Bahía en gabarra y mañana vamos a visitar Canoa. La negra quiere ir hasta Pedernales para pasar visitando a su abuelita Santa.

-Si ve abuelita, todos esos trajines, de gana. Regrésate viejita por favor.

-No mijito, ya te dije que no.

-Por favor abuelita regrésese. Si le pasa algo allá va a estar bien atendida.

-No me regreso, además, qué me va a estar pasando.

-Viejita esta semana te vuelvo a llamar y de seguro te convenzo pero ya me tengo que ir.

-Está bien hijito, Dios me lo bendiga mucho, a su esposa y a mis bisnietos.


Santiago abandonó el locutorio para ir a atender el restaurante de comida Manaba que hace poco había abierto con su esposa en Madrid. Hace una hora lo había llamado el médico que atendió a la Señora Mariana para comunicarle que tenía cáncer de útero en cuarta etapa y que él era el primero al que avisaba, que le pidiera a la señora que deje Ecuador ya que sabía que en los Estados Unidos ella contaba con el Social Security, que lo mejor sería que se haga ver allá.


Mariana siguió paseando por las tierras de su amado Manabí y jugando naipe cada noche con la negra, cumplidos los dos meses iniciaría su lucha contra el cáncer allá, en esas tierras del norte.

Fragmentos de libros: Qué viva la música de Andrés Caicedo

Yo le hice apretadita de cejas, desconcertada ante la franqueza, y él, todo bueno (y porque me quería), complementó: "pero ahora, después del contacto con esta agua, no lo eres más. Eres adorable". Y yo qué fue lo que no hice al oír semejantes alabanzas: me tiré vestida, elevé los brazos, no dejé de ver el césped de la espuma que producían mis embriagados movimientos chapoteantes. Era el río Pance de los tiempos pacíficos.


Entonces, como me les reí en la cara a mis amigas, fue diciéndoles: "¿piscina? Pero qué piscina teniendo allí no más en las afueras un don de la Naturaleza de agua entradora y cristalina, ¡buena para los nervios, para la piel!"


No me entendieron esa vez y ya no me entienden nunca, cuando me las encuentro acompañadas de sus mancitos que me parecen tan blancos, tan rectos, buenos para mí, que soy como enredadera de Nigth Club, y yo sé que piensan: "esa es una vulgar. Nosotras somos niñas bien. Entonces, ¿por qué coincidimos en los mismos lugares?". No voy a darles el gusto de responder a esa pregunta, que se la dejo a ellas. A cambio pienso en ese territorio de nadie que es el pedaci-to de noche atrapado por la rumba, en donde no ven nunca a nadie que goce más, a nadie más amada (superficial, lo sé, y olvido, pero ese es mi problema) y pretendida, y cuando se van temprano piensan: "¿hasta qué horas se queda ella?". Me quedo la última, pa que sepan, hasta que me sacan.

¿Qué es NienPintura?


Un grupo literario, casi nuevo, del Ecuador.