Tan solo un instante, temblar en la nada, enfrentar el miedo, gritar porqué. Experimentar los primeros dolores, el primer amor de un sinfín de recuerdos, el amar, el querer, el olvidar.
Solo quiero un instante de viejas locuras, donde todo estaba prohibido; los acordes de una media noche, el escondite perfecto para el sexo, las ventanas, las poesías, la depresión de verdades absolutas que no podía cambiar, el banco del parque.
Desearía entonces recordar con él y sonreír al unísono con los latidos de pequeñas ilusiones, gotas de almíbar irrumpiendo en los acordes perdidos de una guitarra que jamás aprendí a toca. Esos gritos de suegras al descubrirme, los insultos, los golpes.
Desearía volver a gobernar mi vida cuando todos trataban de interferir, pues ahora resulta fácil conciliar el sueño en casa ajena, en bares, en senos. Ahora nada me gobierna, ni siquiera yo mismo.
Solo quiero un instante con mi corazón:
Decirle mis perores miedos, mi llanto en millares, ahogado en el suplicio de su compás secreto, un instante más para perderlo, fumarme un cigarro en su habitación pectoral, recordando para reírme que así era yo, irresponsable conmigo mismo, al grado de pensar en muerte, en desobedecer los designios de la cordura, pero que jamás hice, por amar a quien no debía y por amar a quien era la siguiente.
Solo quiero un instante más:
Encontrar en sus más profusas heridas, nombres, estuches, pieles, aromas, tratar de encontrar en él una respuesta que no existe, investigar por qué he dejado de amar como antes, porqué ya nada sabe igual y nada me sorprende.
Quisiera estar con él:
Para estrangularlo un poco, ver como se detiene casi leve, sin sufrir, permitirme un soplo y expandir sus esperanzas al máximo, para luego sentir como en sus lágrimas sanguinolentas caen cual aguacero y mirarlo a los ojos suplicantes por expirar… luego soltarlo, dándole vida, para llora con él la desesperación.
Solo quiero un instante con mi corazón para hablar del pasado y lo que es hoy, hablar de esos atardeceres, para sincronizar los mundos y los seudónimos dados para inmortalizar a quienes alguna vez me esperaron, para que no llegara nunca.
Un instante para recordar aquello que debo olvidar…