Antiguo Escrito de la juventud (Epístola)


David Acosta


Solo quiero un instante con mi corazón:

Tan solo un instante, temblar en la nada, enfrentar el miedo, gritar porqué. Experimentar los primeros dolores, el primer amor de un sinfín de recuerdos, el amar, el querer, el olvidar.

Solo quiero un instante de viejas locuras, donde todo estaba prohibido; los acordes de una media noche, el escondite perfecto para el sexo, las ventanas, las poesías, la depresión de verdades absolutas que no podía cambiar, el banco del parque.

Desearía entonces recordar con él y sonreír al unísono con los latidos de pequeñas ilusiones, gotas de almíbar irrumpiendo en los acordes perdidos de una guitarra que jamás aprendí a toca. Esos gritos de suegras al descubrirme, los insultos, los golpes.

Desearía volver a gobernar mi vida cuando todos trataban de interferir, pues ahora resulta fácil conciliar el sueño en casa ajena, en bares, en senos. Ahora nada me gobierna, ni siquiera yo mismo.

Solo quiero un instante con mi corazón:

Decirle mis perores miedos, mi llanto en millares, ahogado en el suplicio de su compás secreto, un instante más para perderlo, fumarme un cigarro en su habitación pectoral, recordando para reírme que así era yo, irresponsable conmigo mismo, al grado de pensar en muerte, en desobedecer los designios de la cordura, pero que jamás hice, por amar a quien no debía y por amar a quien era la siguiente.

Solo quiero un instante más:

Encontrar en sus más profusas heridas, nombres, estuches, pieles, aromas, tratar de encontrar en él una respuesta que no existe, investigar por qué he dejado de amar como antes, porqué ya nada sabe igual y nada me sorprende.

Quisiera estar con él:

Para estrangularlo un poco, ver como se detiene casi leve, sin sufrir, permitirme un soplo y expandir sus esperanzas al máximo, para luego sentir como en sus lágrimas sanguinolentas caen cual aguacero y mirarlo a los ojos suplicantes por expirar… luego soltarlo, dándole vida, para llora con él la desesperación.

Solo quiero un instante con mi corazón para hablar del pasado y lo que es hoy, hablar de esos atardeceres, para sincronizar los mundos y los seudónimos dados para inmortalizar a quienes alguna vez me esperaron, para que no llegara nunca.

Un instante para recordar aquello que debo olvidar…

La libertad en Memorias del Subsuelo de Dostoyevsky

“… Lo que deseará por encima de todo lo demás, sólo para probarse a sí mismo que los hombres son todavía hombres y no teclados de piano en los que las leyes de la naturaleza tocan la tonadilla que les viene en gana


Para entender esta frase hay que comprender algo que el narrador de este libro explica un poco antes, y eso es que, en esa época empezaron a hacerse disecciones en los seres humanos y no se encontró el alma en ningún lugar del cuerpo, lo que llevó a algunas personas a pensar que si no había alma, no existía el libre albedrío y de esta forma, el hombre no era libre. Todo empezó a explicarse de acuerdo a la ciencia y a los números y si la ciencia no tenía una explicación, entonces no existía.


Ahora, esto se trata en todo un capítulo de la primera parte de la novela y en un espacio más. Hay que tomar en cuenta que es una parte importante, es algo a lo que el narrador se quiere dedicar a defender. Y lo que quiere defender, es que él como ser humano quiere considerarse libre, quiere considerar que todos podemos hacer lo que queramos. Es decir, no somos juguetes de la naturaleza, no estamos aquí para que nuestra voluntad sea la misma que todos. No podemos desear las mismas cosas siempre y así sea solo por diferenciarnos, podemos desear otras cosas .


Como es una lucha que en ese momento se libra contra la ciencia, el narrador de este libro decide poner dos cosas contraponiéndose: la razón y la voluntad. Dice que la razón solo está en la parte intelectiva; pero que la voluntad es algo que está sobre la razón, que incluye esta facultad humana. La voluntad lo es todo para el narrador, está en la naturaleza, es la naturaleza. Y en cierto sentido es así, podemos ocupar la razón para cualquier cosa en esta vida; pero sí una persona quiere ocupar su razón en arquitectura y no en números, es su decisión, su voluntad. No siempre podemos saber que es lo mejor para nosotros, pero podemos saber qué es lo que queremos y muchas veces qué es lo que necesitamos; no importa si es estúpido o no tiene sentido; hay veces en que la voluntad actúa así.


De cierta manera, en la que obtenemos la atención del narrador por unos momentos, antes de que desaparezca y se vuelva a contradecir, podemos notar como este personaje tal vez tenga una razón para muchas de las cosas que hace, las hace porque quiere hacerlas, porque es una forma de probarse a sí mismo. Que no es un producto sin pensamiento y que no todo está programado desde un principio. Quiere buscar algo con esas palabras, justificarse en cierta manera. Incluso, el narrador puede desear cosas que se contradicen para no definirse, para no encontrar quién es.


Gabriela Cabezas

¿Qué es NienPintura?


Un grupo literario, casi nuevo, del Ecuador.