Por: Liseth Correa
Alfred no pensó en la polémica
Etiquetas: Ensayo , Liseth Correa , Premio Nobel
Obertura
Llanto cristalino, frágil,
La llama de un cáliz perdido,
Por extrañarte.
La huida, la duda, la espera,
Sobre caminos adversos,
Licor de indolencia.
Fondo de dolor al venal expuesto,
Escrito sobre mis pupilas tú nombre,
Opus de un invierno abrazador.
Perdida en la tuya, inmortal caverna.
Poesía de rostro y mil algias perdidas,
Sueños de mistela y mentiras.
Única al escucha del hastío y mi relapso.
Testigo de un sinfín de cuentos y ficciones,
No me queda más que soñarte en lontananza.
He perdido la cabeza escribiendo líneas,
Todo es un vestido ceñido a tu piel.
Las calles sin ti son calles,
Los días, Días,
Los segundos versos,
En mi mente te pierdo más rápido,
Te desconozco, o por lo menos lo intento,
Cuanto ha callado la tarde este deseo.
Como una faz de cielo perturbado,
Una franela oscura de lunas y aguacero.
Luciérnagas y hadas, danzando por ti.
Te presento los cánones de mi alma,
Que a su amor infinito se resguarda,
Que parte a su amor sempiterno
Cual pálpito de la nada.
El sol te sigue, la noche te aguarda, piensas en él…
Etiquetas: David Acosta , poemas , poesía
Antebellum
Etiquetas: cuento , Kenny Oñate
Verde
Lola se levantó de la mesa para ir al baño, su prima aguardaba, pasó por el corredor, cuando irreflexivamente su boca se secó, los segundos aparentaban prolongarse. El también la miró y de igual modo sintió que sus piernas se congelaban. Tantos años habían transcurrido sin verse, ahí estaba Lolita con su pañuelo verde como sus ojos esmeraldas que ni siquiera con la edad perdían fascinación, allí se hallaba Quique envuelto en su elegancia irreparable. ¡Qué felices hubieran podido ser si el destino hubiese congeniado con los sentimientos empáticamente! Quique tuvo que responder con obligaciones que los preceptos de Lolita no podían entender. “Quizá fue mejor así” era un consuelo razonable que aliviaba la pesadez afectiva. Lolita nunca quiso tanto a nadie como lo quiso a él, a pesar del corto tiempo que lo trató y del transcurso de toda una vida para olvidar. Quique tuvo una familia que llenó en gran parte su mundo, pero en ocasiones cuando nadie lo observaba, extraía de un libro polvoriento una foto de aquella muchachita que algún día colmó su ser con afables ilusiones.
Tras la perplejidad de tal impacto, borraron la intensa vacilación con un saludo lejano, cortés, frío, simplemente diplomático. Quique salió por la puerta del garaje un tanto confundido, dudó antes de entrar a su auto, tenía ansias por verla otra vez, sin embargo, arrancó el vehículo en medio de un ambiente extraño que confundía la realidad y los sueños. Lolita trató de relajarse en el tocador, sus ojos se inundaron de lágrimas que no fueron capaces de brotar, respiró hasta recuperar tranquilidad; salió para reunirse con su prima en el salón, sonrió levemente, había sido estupendo ver a Quique al menos por un momento que guardaría siempre.
Etiquetas: cuento , Liseth Correa
La indispensable dosis de poesía
Say nay, say nay, for shame,
To save thee from the blame
Of all my grief and grame;
And wilt thou leave me thus?
Say nay, say nay!
That hath loved thee so long
In wealth and woe among?
And is thy heart so strong
As for to leave me thus?
Say nay, say nay!
That hath given thee my heart
Never for to depart,
Nother for pain nor smart;
And wilt thou leave me thus?
Say nay, say nay!
And have no more pity
Of him that loveth thee?
Hélas, thy cruelty!
And wilt thou leave me thus?
Say nay, say nay!
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