Los cuentos del diablo devoto
(Ese soy yo)
Permítanme presentarme, mi nombre es David Acosta… El horizonte de la razón para que muerte permanezca en las laderas, pues teme ser retratada por mi pluma… La razón para que haya una letra en las esquinas, el preso que no caya su llanto seco…
Mi edad perdura a la inestabilidad del lapso, no cumplo años, pero tengo 22. Las memorias no son las mismas, pero se detienen en esta edad…. 8 de noviembre la fecha exacta en que nació mi ser, denigrado de los infiernos a mortal…
Estudio psicología, de filosofía, literatura y política, me encargo de las ambigüedades, coloreándolas con arte y oscuridad… Mi pasión es el entendimiento de las masas y mis escritos guardan pergaminos viejos de soledad…
Mi música es precisa para destruir anatemas como la moda y debajo de la guitarra los acordes de mi voz. Mi música rompe todas las reglas, para demostrarnos que en la penumbra, nos crecen alas de cuervo y libertad…
Supongo que somos los únicos que nos comemos vivos, la carroña que existe en el mundo entero… los géneros literarios basura, la música sin sentido, la moral de fanatismo, la verdad a medias. Somos los verdaderos templarios de la amistad.
Así, yo no soy nadie en un mundo compuesto por hipócritas, pero represento a un pequeño mundo de verso y verdad…
Mujer narcótica
Por David Acosta
Por David Acosta
Así fue, te encontré hermosa y nublada, en una tarde invierno, cuando el amor decidió aparecer.
Al verte mi corazón latió al máximo y te sentí como una extraña ánima que perforó mi piel entrando en mi sangre, de manera rauda y volátil.
Así, la sangre se conjugó contigo, y me recorriste el cuerpo estremeciéndolo todo, elevándome los sentidos, explotándolos. Así, mis oídos podían escuchar cosas que inclusive no eran de este mundo… Cantos de perdición y santería.
Mis pupilas, también se abrieron al horizonte, y me permitieron admirar el espectro del universo; formas insospechadas. Un unicornio cabalgado por la más bella dama y un jinete cantando salmos a la noche.
De repente, en ese apoteósico escenario, el telón de párpados se cerró de golpe… No se que me tumbó al piso, pero preferí creer que fue la fuerza de tu mirada. La caída al pavimento de por sí, fue más suave que caer en lana.
Ya en el suelo, miraba como de mis costados, trigales perforaban mi piel con su olor a incendio, y aves carroñeras llegaron de la fas de la nada… Supe entonces que debía despedirme, pero cuando quise besarte, no pude; ya habías huido…
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