Al principio, subrayaba letras en la hoja del periódico; en un artículo grande quedaron subrayadas cosas como: tú me gustas. Te mandé la hoja sin esperar respuesta, pero tú me contestaste recortando palabras de una revista: tú también. La próxima vez, a parte de subrayar algunas palabras, imprimí otras sacadas del Internet y pegué en los bordes de la hoja del periódico. Me costó escribir mis propias palabras y cuando abrí la boca, fue solo para murmurar un “te quiero”.
Gabriela Cabezas
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