“De amor yo no sé nada lo mío es la Astronomía” Dice Koxmoz en la canción “Mi Confesión” de Gotan Project y lo mío es lo cósmico, lo sideral, lo astral, y lo galáctico. Escucho Rock Sicodélico de Júpiter Maca y Psychotrance de Infected Mushroom. Me la paso viendo cine Arte y Cine independiente porque detesto la basura Hollywood, pero las películas que más disfruto son las sicodélicas como "Wood y Stock". Me llaman mucho la atención las cosas como el amor, la magia y la amistad, tan puras, irracionales y verdaderas que son capaces de trascender a través del universo y eternizarnos a través de ellas. Quiero ser El Último Profeta de la Galaxia.
La Literatura es un romance para toda la vida. Hay personas que descubren que les gusta leer a los 17, 24, o 30 años, en mi caso fue a los cinco y desde entonces nunca más me alejé de los libros. Las palabras por sí solas son hermosas y poderosas, pero qué tal un día empezar a jugar con ellas; ponerlas juntas como pieza de rompecabezas para armar algo que junto se oiga bien y darte cuenta de que al armar ese rompecabezas, solo armaste una pieza que se puede juntar a otras. Escribir para mí, es emprender este juego de armar rompecabezas que juntos conformen historias; una mirada, una palabra, una sensación, una ráfaga de luz, una frase que viene a tu cabeza: juntas pueden ser una historia increíble.
Hay libros que lo dejan a uno con el cuerpo pegadizo y el alma intranquila como por quince días, esos son libros que uno nunca olvida, como “El Señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias, las Obras Completas de Palacio o “El Guardián entre el Centeno” de Salinger, pregunten sino cuántos asesinos en serie llevaban en su mochila un ejemplar de éste al momento de cometer los crímenes. Hay libros que te arrancan lágrimas con su ternura, es el caso de José Mauro de Vasconcelos en “Rosinha, mi canoa”, “El Palacio Japonés” o “El Velero de Cristal”. Los leí cuando tenía entre once y trece años, así que supongo que son los responsables de que yo sea así; tierno, nostálgico. Hay libros a los que siempre quieres volver como “Zoom” de Gabriela Alemán, "El Principito" de A. de St. Exupéry o “La Divina Comedia” de Dante y hay libros como “Tejiendo con hilo Color Damasco” de Marusa Silva que simplemente hacen que te preguntes ¿porqué no escribir yo también?
Hago teatro como desde los 14 años. El teatro es una increíble fuerza sanadora, además de muy lúdico y sorprendente; he estado en algunos montajes escénicos y cada uno es totalmente nuevo y diferente al anterior. La sensación de estar en las tablas con toda esa adrenalina recorriendo tu cuerpo, con cada poro sirviendo de instrumento para expresar no tiene igual. El Teatro es sinergia, concentración, atención, diversión, voz, movimiento, honestidad; nada de actuación, no hay para mí nada más humano, honesto y auténtico.
Acabo de graduarme del cole y el mundo es para mí una cosa incomprensible, repleta de sorpresas y de bruscos cambios de un segundo al siguiente; peor para mí que siempre estoy pensando en otra cosa, a cada rato distraído escapando de que me atropelle un carro. En la medida en la que lo comprendo puedo decir que el mundo es esclavo; del dinero, del tiempo, de los intereses; el mundo está enfermo, con guerras, política y religión. Y todo esto debido a la gran deshumanización que atraviesa la sociedad. Sin embargo siempre he hallado refugio en ella y siempre ha estado ahí para mí, el Arte, que nos vuelve niños y nos hace humanos, que nos fraterniza al plantearnos realidades diferentes, que nos conmueve hasta hacernos llorar. Por eso escribo, porque me hace más honesto, más humano.
Este Octubre voy a ingresar a la escuela de Medicina porque las ciencias, siempre y cuando estén al servicio de los seres humanos y no de intereses; nos permiten contribuir a sanar este mundo. Como médico quiero ayudar en comunidades de mi país y viajar al África con Médicos sin Fronteras. Quiero escribir teatro y literatura juvenil, quiero a través de mi arte, ayudar a conmover y a sanar.
Diagnosis
Kenny Oñate
“Impétigo” repitió el médico. “Es una infección bacteriana generalizada de la piel que se contrae con agua. Te estoy prescribiendo ungüento tópico y antibiótico oral para cuatro semanas, en quince días ya te verás curado” Mi madre sostuvo su cabeza en sus manos, agachándose afligida en la silla colocada ante la entrada del consultorio mientras sollozaba temerosa de que esa insignificancia sea indicativo de que sobre mi, haya acaecido la desgracia de heredar un sistema inmunológico deprimido como el suyo. Mi padre sentado en la silla frente al escritorio del médico, convencido de que todas mis enfermedades eran sicosomáticas, no dijo nada; estaba ocupado pensando cuánto le costaría surtir la prescripción y cuánto de eso le devolvería la aseguradora. Yo, todavía sentado en la camilla de enfermo sin camiseta; fui feliz como no lo había sido en semanas. Nada me alegró más que la idea de que mi piel no solo fuera asidero de mis penas, lágrimas, desencantos, tristezas, desdenes, distancias, silencios, sollozos, desilusiones; sino que también pudiera alojar un poco de vida por insignificante que esta fuese.
Tal era mi felicidad que habría pospuesto el inicio del tratamiento una semana, de no ser porque si lo hacía, no podría volver a la piscina.
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